En repetidas oportunidades me he pronunciado en contra de que la pareja de uno deje el cepillo de dientes en el baño: es la señal inequivoca del cambio inminente en el balance de las fuerzas.
Admito que en su momento tuve un ataque combinado de panico/caspa ceborreica/tos convulsa, ante el sorpresivo encontronazo con un cepillo rojo adicional en aquel lugar donde antes habia solo un cepillo blanco y amarillo.
Varios meses mas tarde, cuando finalmente estaba amoldandome a la idea de que mi baño ya no es solo mi baño, otro nuevo cimbronazo sacudio mi inestable y ciertamente discutible tranquilidad.
"Te compre un cepillo nuevo. Feliz dia de los Enamorados!"
A mi me gustaba mi cepillo viejo. Era amarillo y blanco, de marca "Condor" que me habia comprado en Brasil unas vacaciones que me habia dado cuenta que si no me lavaba los dientes, no iba a levantarme a nadie. Pero no, los nuevos poderes que gobiernan la casa han decidido que blanco y amarillo no era aceptable para mi nueva situacion administrativa y que por el bien de esta sociedad de hecho, era necesario una evolucion, el siguiente salto hacia la modernizacion: un Oral-B transparente y azul.
No solo eso: si no que ademas, como para dejar en claro la indivisibilidad a la que me veo sujeto, vino acompañado por uno de similares caracteristicas pero color rojo!!
Para que nos lavemos los dientes juntos...
Dios, que mal he hecho en vidas pasadas?
Feliz dia de los Enamorados, para los que -como yo- aceptan esta clase de atropellos en nombre del amor.
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